Ondina, JW Waterhouse (1849–1917) |
Has de saber que en los elementos hay seres que de apariencia son muy similares a vosotros, aunque sólo raramente se os aparecen. En las llamas brillan y juguetean las maravillosas salamandras, en la tierra profunda habitan los secos y maliciosos gnomos, en los bosques vaga la gente del bosque, que petenecen al aire, y en los lagos y ríos y arroyos vive la extensa raza de los espíritus del agua. En las sonoras bóvedas de cristal, a través de las cuales se asoma el cielo con el sol y las estrellas, es donde habita; altos árboles de coral, con frutos azules y rojos, brillan en los jardines; caminan por la blanca arena del mar y sobre bellas conchas de colores, y lo que poseía el viejo mundo de cosas tan bonitas que el actual ya no es digno de gozar, eso lo cubren las mareas con sus secretos velos de plata, y debajo resplandecen ahora los nobles monumentos, altos y solemnes, graciosamente bañados por amorosas aguas que sacan de ellos bellas flores de musgo y haces de juncos en guirnaldas. Los que allí viven son hermosos y amables de ver, la mayoría de las veces son más bellos que los humanos. Una vez un pescador fue tan bueno como para acechar a una hembra acuática mientras ésta emergía de entre las aguas y cantaba. Habló a todo el mundo de su increíble belleza y aquellas mujeres maravillosas fueron llamadas por los humanos «ondinas». Lo que ves ante ti es un auténtica Ondina, mi amigo.
̶ Extracto del libro de De la Motte Fouqué, Ondina.